miércoles, 18 de abril de 2012

La humanización del culpable

Lo hemos visto en otras ocasiones y en otros contextos: cuando se quiere legitimar alguna acción poco ética o directamente deplorable se busca la humanización de los sujetos implicados, la subjetivación de sus actos, con el fin de conseguir la empatía por parte del público. La televisión israelí, de forma sistemática, realiza esta estratagema para situar lo que es un conflicto político y militar en una cuestión personal y moral. Cuentan las historias personales de los militares implicados en hechos criminales subjetivando sus sentimientos, humanizando a los responsables. Cuando unos chicos se ven obligados a demoler la vivienda de un palestino lo hacen contra su voluntad, pero es su deber. Sistemáticamente ponen en pie de igualdad al verdugo y a la víctima en un acto en el que se invierte la responsabilidad de los hechos y las víctimas, los palestinos a los que se les expulsa, roba y asesina, son los verdugos que con sus actos irresponsables obligan a estos pobres chicos a hacer cosas malas contra su voluntad. Es lo mismo que hacía la propaganda nazi con los judíos, siempre mostrando seres despreciables merecedores de todo aquello que les sucedía. Se trata de humanizar a los nuestros y objetivar al enemigo, de tal modo que las víctimas pueden parecer verdugos.


En Noruega, los familiares de las víctimas de Utoya, han solicitado que las televisiones no emitan las sesiones del juicio a Beivrik. De hecho, en el país escandinavo no se emiten las imágenes que aquí sí hemos podido ver de un Beivrik humano, llorando, bien vestido y haciendo su saludo fascista. Cualquiera, viendo esto, puede llegar a empatizar con él y no ver el monstruo que acabó con las vidas de tantas personas, fruto de una ideología fanática que quiere acabar con todos sus enemigos. Lo mismo que los responsables de atentados fanáticos islamistas, pero a los que siempre se tiene el cuidado de no humanizar, como ha sucedido en Francia con el caso de Merah. Allí se ha prohibido seguir mostrando imágenes que puedan hacer pensar que era una persona normal, como cualquier otra. Es una estrategia utilizada tanto para lo uno como para lo otro, dependiendo de los que se quiera conseguir. Esto mismo es lo que acabamos de ver en España con el vídeo del Rey pidiendo disculpas, tras la campaña de "criminalización" a la que había sido sometido por la prensa y con el fin de cortar por lo sano.

El vídeo dura poco más de un minuto, pero está perfectamente estudiado. Se abre una puerta y aparece el Rey con un sonido de cámaras de fondo. Una voz le pregunta por su salud y el Rey agradece la labor de los médicos y la preocupación de todos. Sin solución de continuidad, proclama su error, pide disculpas y afirma que no volverá a suceder. Acto seguido, sale por otra puerta. Es claro que se ha buscado humanizar al personaje, provocar en el público que se ponga en su piel y a la vez que lo identifique con seres débiles que necesitan comprensión. Bien podría ser el abuelo de cualquiera que ha cometido una pequeña locura, o un niño que no sabía lo que hacía. El gesto real da pie a ambas interpretaciones, interpretaciones queridas por el director de esta escena donde todo ha sido medido y cuidado al máximo. Seguro que todos recordarán las imágenes del Rey el día del 23F, emitiendo desde Zarzuela el comunicado que debía poner fin al levantamiento militar: un hombre abrumado por la responsabilidad y nervioso que busca ser creíble en momentos donde su posición estaba en entredicho. Hemos visto el making off de aquel día, con un hombre dirigido para saber qué tenía que hacer, sería bueno ver el making off de hoy. Como decía Marx en referencia al dicho de Hegel, un acontecimiento es histórico cuando ser repite, pero la primera vez como tragedia (23F) y la segunda como farsa (la escena del hospital).



6 comentarios:

carlos dijo...

si, la intervencion estaba preparada, pero ha faltado un periodista que le hiciera la pregunta que ha contestado sin solucion de continuidad... me ha sonado como cuando se le dice a un niño que vaya a disculparse sin saber por que tiene que hacerlo. suelta la frasecita rapido antes que se le olvide...
no hay manera, ni con estos espectaculos que estamos presenciando estos dias nos vamos a librar de ellos. El presidente del congreso a alabado sus palabras (como si fuera un habitual, nunca se habia disculpado antes por nada). si no se hubiera disculpado, los politicos habrian dicho que no tenia porque.

checha dijo...

Mientras leía tu artículo, no he podido evitar recordar el famoso cuadro de Goya "Los fusilamientos del 2 de Mayo", que ilustra perfectamente tu teoría acerca de la culpabilidad sin rostro. Es una pena que, como comentarista, no pueda trasladar aquí esa imagen. Aparece un grupo de soldados en un plano oscuro, de espaldas, sin rostro, apuntando sus escopetas contra un pobre ciudadano caido, con rostro desencajado, camisa blanca, manos alzadas en gesto de inocencia, que acapara toda la luz del cuadro. La pretensión de Goya, de iluminar al inocente, de hacernos ver su rostro, humanizándolo, es exactamente la misma que han tenido los múltiples y grandes asesores de esta monarquía nuestra en plena decadencia: mostrarnos una cara débil, que ya sabemos que lo es, UNA CARA DURA, que también lo sabemos.
Un saludo

Martín dijo...

La política es cada vez más decepcionante, la civil, y las otras políticas. Y la tentación de aprovecharse del poder parece prácticamente irresistible. Del poder civil y de los otros poderes. Le pouvoir, ce délice parmi les délices, que decía un marxista francés, cuyo nombre he olvidado, pero nunca he olvidado la frase: el poder, el placer entre los placeres. Por eso es irresistible. Y por eso termina siendo corrupto. Y encima, como decía un galileo, encima se hacen llamar bienhechores. Y entre el público asistente al espectáculo, hay quienes les llaman así: sacrificados servidores de la patría. Entre el público civil y los otros públicos. Ah, te confieso que había oído las palabras mientras conducía, en la radio. Pero no había visto el video. Lo he visto gracias a tu post.

Anónimo dijo...

Sí, nuestro querido galileo sabía mucho de cómo se las gasta el Poder.
Esto es lo malo del asunto, que encima encuentran justificación a sus crímenes y los que denuncian son los culpables.
Bernardo

checha dijo...

Vuelvo a comentarte porque a nadie pasa desapercibido que tu artículo, todos tus artículos, claman revolución social, claman justicia. Como díje, ese magnífico cuadro de Goya, palpitaba en mi mente de tal forma que publiqué una entrada en mi blog titulada "Entre escopetas anda el juego", donde aparece la imagen que no pude mostrar aquí. Lo cierto es que nos encontramos en circunstancias parecidas a las de 1789, yo diría que aún peores, porque la historia debería habernos enseñado algo: la necesidad de avanzar y no retroceder; y desde luego las consecuencias terribles de la guerra, los grandes desastres que ha producido la ambición y el imperativo de ideologías fascistas.
No soy temerosa, pero estoy asustada, estamos asustados.

Bernardo Pérez Andreo dijo...

Efectivamente, Checha, hemos de estar asustados. En primer lugar porque los tiempos se acortan y el sufrimiento está siendo y será muy profundo y cuando la gente sufre mucho puede reaccionar de cualquier manera, incluso mediante la violencia irracional. Las medidas que se están adoptando nos sumergen en la debacle social en los próximos tres años. Yo sufro pensando en nuestros hijos, por eso hemos de darles directrices claras, para que no caigan ni en la irracionalidad ni en la desídia.

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