jueves, 27 de octubre de 2011

El número de la Bestia


Podríamos entrar en el juego apasionante de ver cuántas veces se repite el número 666 en la naturaleza o en la historia, de esto hay una buena información en wikipedia. Pero nada conseguiríamos más allá de cierta curiosidad y algo de información. Según el libro del Apocalipsis 13,18, el número de la Bestia es un nombre humano. Desde hace mucho se atribuye a Nerón*, por aquello de la equivalencia numérica en hebreo del nombre del César Nerón. No hay que olvidar que Nerón fue un sádico pusilánime emperador que no tenía ningún problema en eliminar cuanto le estorbara para conseguir sus propósitos y que la persecución de los cristianos fue especialmente cruel. Las comunidades del Apocalipsis, que no vivieron bajo Nerón, sí sufrieron una persecución implacable, de ahí las imágenes plásticas de "los que lavan sus vestiduras en la sangre del cordero". Los cristianos se sintieron salvados de forma retrospectiva por el sacrificio de Jesús en la cruz y vieron en sus sufrimientos una prolongación de aquello. La Bestia, en el Apocalipsis, no es un hombre, ni siquiera un Imperio, sino el rosario de Imperios que de forma cruel habían sometido la tierra desde varios siglos atrás. Las comunidades de las que surge ese precioso libro bíblico tienen conciencia histórica y recuerdan el sufrimiento que los oprimidos han debido padecer a manos del poder imperial de toda época, sean los reinos helénicos o el magno poder romano. En todo caso, el número de la Bestia no es otra cosa que una metáfora de cómo el poder imperial se extiende y se impone, obligando a todos a llevar el sello imperial: "hace que a todos se les ponga una marca sobre su mano derecha o sobre su frente, y que nadie pueda comprar o vender sino quien lleve la marca, que es el nombre de la bestia o el número de su nombre" (13, 16-17). Esta marca es la señal de pertenencia al Imperio, sea pertenencia física o moral. Hoy podemos entenderlo como la pertenencia ideológica al Imperio, pertenencia que nos oprime y nos impide pensar con libertad. Todo lo que sucede lo interpretamos en favor de la Bestia, del Imperio Global Postmoderno.


Y en esto estamos cuando el Pontificio Consejo "Justicia y Paz" ha publicado un documento sobre la situación económica actual: "Por una reforma del sistema financiero y monetario internacional en la perspectiva de una Autoridad pública con competencia universal". En el documento se realiza un análisis de ciertas causas de esta crisis de capitalismo, yendo incluso hasta la posguerra, momento en el que nace una nueva gobernanza mundial en la que se intenta que el desastre de la crisis del 29 y la subsiguiente guerra no vuelva a repetirse. Con esa intención se crean los organismo mundiales que permitirán un control de las políticas monetarias, así el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Junto a esto surge el Estado de Bienestar para ampliar la base de apoyo al modelo económico mundial y dar legitimidad social al capitalismo frente al socialismo. El documento es audaz a la hora de determinar el modo cómo ha fracasado este modelo, pero se queda corto a la hora de analizar las dimensiones de la crisis y la naturaleza de la misma.

En primer lugar hay que agradecer la vuelta al pensamiento de Pablo VI y Juan Pablo II contra el capitalismo. Como hemos explicado en otro lugar, Caritas in veritate da un giro peligroso a la Doctrina Social de la Iglesia legitimando el capitalismo en sí mismo y achacando la culpabilidad de los problemas que genera a ineficiencias o a una supuesta falta de moral de los actores del mismo. Como el magisterio de los dos papas anteriores había dejado claro, el capitalismo es un sistema económico y social que tiene marcado a fuego en su ADN la injusticia, la avaricia y la destrucción sistemática de todo lo que toca. El documento que acaba de emitir "Justicia y Paz" así lo reconoce, refiriéndose a los dos pontífices anteriores en dos documentos fundamentales, Populorum progressio y Centessimus annus. En aquellos documentos encuentra la explicación a la crisis que hoy padecemos, explicación muy alejada del último documento magisterial sobre Doctrina Social. Veamos algunos párrafos de este documento:
¿Pero qué es lo que ha impulsado al mundo en esta dirección extremadamente problemática incluso para la paz? Ante todo, un liberalismo económico sin reglas y sin supervisión. Se trata de una ideología, de una forma de «apriorismo económico», que pretende tomar de la teoría las leyes del funcionamiento del mercado y las denominadas leyes del desarrollo capitalista, exagerando algunos de sus aspectos. Una ideología económica que establezca a priori las leyes del funcionamiento del mercado y del desarrollo económico, sin confrontarse con la realidad, corre el peligro de convertirse en un instrumento subordinado a los intereses de los países que ya gozan, de hecho, de una posición de mayores ventajas económicas y financieras.
A la base de las disparidades y de las distorsiones del desarrollo capitalista, se encuentra en gran parte, además de la ideología del liberalismo económico, la ideología utilitarista, es decir la impostación teórico-práctica según la cual «lo que es útil para el individuo conduce al bien de la comunidad».
Para interpretar con lucidez la actual nueva cuestión social, es necesario evitar el error, hijo también de la ideología neoliberal, de considerar que los problemas por afrontar son de orden exclusivamente técnico.
Por el reconocimiento de la primacía del ser respecto al del tener...«por encima de la lógica de los intercambios a base de los parámetros y de sus formas justas, existe algo que es debido al hombre porque es hombre, en virtud de su eminente dignidad».
Ya en 1991, después del fracaso del colectivismo marxista, el Beato Juan Pablo II había puesto en guardia contra el peligro de «una idolatría del mercado, que ignora la existencia de bienes que, por su naturaleza, no son ni pueden ser simples mercancías».

Hemos extractado algunas de las expresiones que nos permiten ver cómo en este documento se intenta volver a encauzar la Doctrina Social por el cauce anterior a CV. Se califica al capitalismo, al que se nombre directamente como tal, de ideología e idolatría. Ambos calificativos ya nos indican por dónde va la crítica al mismo: a su misma esencia y naturaleza. El capitalismo es un sistema económico y social basado en la explotación sistemática de la naturaleza y de la humanidad para extraer el máximo valor y convertirlo constantemente en beneficio para unos pocos a costa de la inmensa mayoría. Se trata de un apriorismo economicista que tiene el sustento ideológico en el utilitarismo individualista y en la primacía del tener sobre el ser, de la apariencia sobre la esencia, del disfrute inmediato y efímero sobre el compromiso y del egoísmo frente a la entrega y el desprendimiento. Desde este análisis sí puede comprenderse lo que está sucediendo y entonces marcar las pautas para salir de la crisis: salir del capitalismo. Pero este documento tampoco llega a tanto, no se atreve a ser realista de verdad y pedir lo imposible. Queriendo ser posibilista, no sabe cómo salir del atoyadero.

Es de agradecer que en el Vaticano exista este Pontificio Consejo que tiene cierta idea de lo que sucede en el mundo, pero aún debe dar el paso definitivo para comprender la realidad y ser cabalmente cristiano, como lo fueron las comunidades del Apocalipsis. Hay que enfrentarse frontalmente con el modelo capitalista, de lo contrario sólo pondremos parches hasta que el vehículo acabe en el precipicio. Las medidas que ahora proponen se antojan desfasadas, ya no hay tiempo para poner remiendos al capitalismo, se muere y nada más. Venir ahora con las recetas socialdemócratas es constatar que nada hay que lo salve. Hoy sólo sirve acabar con la Bestia y borrar su número de nuestras manos, nuestras mentes y nuestros corazones. Hay que abjurar del capitalismo y crear un modelo basado en el don, la reciprocidad, la justicia y la entrega. Lo que hoy es, con toda probabilidad, el número de la Bestia está cifrado en la inscripción de los billetes de dólar: "In God we trust". No hay imagen más potente de la idolatría actual y de la ideología que la encubre. Si ese es el dios de este sistema, declarémonos ateos como los primeros cristianos y neguemos el sistema.



*El nombre de "César Nerón" en hebreo sí resulta el 666:

Español Letra hebrea Valor numérico Nombre


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